martes, 13 de julio de 2010

Los sucesores de la pastilla naranja

Hace una década, una pequeña pastilla naranja revolucionó el tratamiento de la leucemia mieloide crónica. Glivec (imatinib), fue el primer fármaco con nombre propio de la historia reciente de la oncología, el que permitió a estos pacientes dejar de lado el interferón por una terapia mucho más amable y efectiva. Sólo 10 años después, y como confirman sendos estudios en la revista 'The New England Journal of Medicine', sus sucesores ya están aquí.

FUENTE El Mundo Digital 17/06/2010

Dasatinib y nilotinib, una nueva generación de fármacos inhibidores de BCR-ABL (una de las vías de señalización alteradas en este tipo de cáncer sanguíneo), han demostrado que están a un paso de 'matar al padre'. Hace algunos años que ambos medicamentos ya se emplean cuando los pacientes en tratamiento con Glivec han dejado de responder o han recaído; sin embargo, las nuevas evidencias se acumulan para que puedan empezar a emplearse ya desde el primer momento del diagnóstico (lo que se conoce como en primera línea).Los estudios que esta semana da a conocer NEJM (el de dasatinib dirigido por Michele Baccarini, y el de nilotinib por Hagop Kantajarin; ambos investigadores del MD Anderson de Houston) demuestran que no tardarán mucho en imponerse a su predecesor para tratar a los pacientes con leucemia mieloide crónica recién diagnosticada, gracias a que son más eficaces y tienen menos efectos secundarios que Glivec.Sólo una cuestión puede frenar este cambio de tratamiento, como advierte en un editorial en la misma revista Charles Sawyers, del centro Howard Hughes de Nueva York (EE.UU.): el precio.¿LA OPCIÓN MÁS BARATA?"¿Ha llegado la hora de retirar Glivec de la terapia de este tipo de leucemia?", se pregunta. "Aunque hay alguna diferencia modesta que indica que debería cambiarse la práctica a los otros fármacos, irónicamente podría suceder que Glivec sobreviva por una cuestión económica más que puramente científica". Y lo explica así: "Teniendo en cuenta que su patente expira tan pronto como en el año 2014, la creciente presión por equilibrar costes y beneficios puede forzar a los reguladores a elegir la opción más barata [Glivec] entre tres excelentes opciones de tratamiento".En ambos ensayos, nilotinib y dasatinib (que ya fue presentado en una de las sesiones del reciente congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica) fueron superiores a Glivec en el tratamiento de la leucemia mieloide crónica (con el cromosoma Philadelphia positivo, un error del que se aprovechan este tipo de fármacos para actuar).A los 12 meses, en el caso de nilotinib (que se administró bien en dosis de 300 o 400 miligramos), las tasas de respuestas moleculares eran el doble que con imatinib, y los pacientes tardaron más tiempo en ver progresar su enfermedad que con la pastilla naranja. Una ventaja que se observó asimismo con dasatinib, que prácticamente duplicó la tasa de respuestas moleculares (de 28% a 46%).A pesar de todo ello, como advierte de nuevo el editorialista, es necesario ser cautos y aprender de las lecciones de Glivec. "Sabemos que podemos lograr remisiones a largo plazo, pero no curar la enfermedad", explica. Y es más que probable que sus herederos topen con el mismo obstáculo, "respuestas más duraderas", pero no curaciones completas. Eso sí, añade, "la historia de la oncología nos ha enseñado que estas remisiones pueden convertirse en una 'cura' si empleamos las combinaciones terapéuticas adecuadas". Así que no es de extrañar que el futuro de la leucemia mieloide crónica pase por combinar simultáneamente varios de los herederos de Glivec.

El camino empieza en el Clínico

No existe el cáncer como tal enfermedad, sino los cánceres; en plural. Cada uno con su nombre y apellidos; con su tipo y sus múltiples subtipos. Este es uno de los problemas que plantea su tratamiento, pero no el único. No es extraño que los mismos fármacos administrados contra un mismo tumor en diferentes personas arrojen resultados distintos.

FUENTE El País 09/07/2010

Por todo ello es tan importante ensayar nuevos medicamentos que sirvan para combatir los tumores de forma más individualizada. A ello se dedica la Fundación de Investigación del Hospital Clínico, que se ha convertido en uno de los centros de referencia en España -junto al Vall d'Hebron de Barcelona- en los ensayos clínicos fase I en oncología, es decir, aquellos en los que se prueba por primera vez los efectos de un fármaco en personas tras su desarrollo en laboratorio. Desde que se inauguró, en 2004, la fundación ha practicado 15 ensayos de este tipo, de los que 10 arrojaron resultados satisfactorios y han pasado a las siguientes fases de evaluación.El investigador y responsable de la unidad, Andrés Cervantes, presentó estos resultados junto a la jefa de servicio de oncología del Clínico, Anna Lluch, el responsable de la fundación, Juan Viña, el consejero de Sanidad, Manuel Cervera y el rector de la Universitat de València, Esteban Morcillo.Tanto Cervantes como Lluch destacaron la solidaridad que muestran los pacientes que acceden a someterse al estudio. En esta fase inicial de evaluación del fármaco los medicamentos no están dirigidos contra tumores específicos. El principal objetivo consiste en determinar la vía óptima de administración, cómo se metabolizan y se eliminan del organismo y cuál es la dosis más segura. Por todo ello, se ofrecen a personas con las que se han agotado las opciones terapéuticas convencionales. Los dos médicos destacaron el detalle que supone el hecho de que no exista ninguna garantía de que el paciente vaya a mejorar de su enfermedad. Lo habitual en estos ensayos es que el beneficio clínico no supere el 15% y que su gesto no lo disfrute él, sino futuros enfermos, una vez se procese la información recabada por el estudio. Cervantes puso un llamativo caso de este 15% en el que los pacientes que participan en el ensayo se benefician directamente de estas terapias experimentales. Se trataba de una mujer de 58 años con cáncer de mama, metástasis en los huesos hígado y cerebro. Había sufrido cuatro tratamientos de quimioterapia, tres de hormonoterapia y diversas sesiones de radioterapia. Había agotado el arsenal terapéutico convencional y sufría problemas de movilidad y dolores que habían mermado sensiblemente su calidad de vida. Tras participar en un ensayo (en su caso, una combinación de medicamentos que por separado no ofrecían resultados) mejoró notablemente, dejo las muletas y la medicación contra el dolor. "Nos comentaba que le había cambiado la vida", recuerda Cervantes. En este ensayo participaron 45 personas en el Clínico, el Vall d'Hebron y otros dos hospitales estadounidenses. Y sirvió para demostrar la eficacia antitumoral de este cóctel en pacientes con un tipo de cáncer de mama con elevada actividad proliferativa (el luminal-B), que representa un 30% de estos tumores. Tras estos resultados, el ensayo ha pasado a las siguientes fases, que también se probarán en pacientes del Clínico. Si todo va bien, en unos años, este tratamiento se estandarizará y enfermos de todo el mundo con este tipo de tumor se beneficiarán de la solidaridad de los pacientes valencianos y los esfuerzos de los profesionales del clínico.
UNIDAD DE ENSAYOS CLÍNICOS FASE I
  • Desde que echara a andar en 2004 se han realizado 15 ensayos en 150 pacientes de los que 10 arrojaron resultados positivos y han pasado a siguientes fases de evaluación
  • La unidad consiguió el año pasado 1,2 millones de euros por proyectos de medicamentos fase I de empresas privadas.
  • Frente al beneficio clínico convencional del 5% de los ensayos fase I, cuando se dirigen a dianas específicas, como es el caso de este tipo de programas, la tasa rebasa el 15%.
  • En estos momentos hay más de 850 medicamentos en el mundo en fase experimental frente a los 20 que había hace 10 años.

Identifican un mecanismo clave en la diferenciación neural de células madre

Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han participado en un estudio que demuestra que la proteína Sirtuina 1 tiene un papel clave durante el desarrollo embrionario, ya que condiciona la diferenciación de células madre pluripotentes en células progenitoras neurales. El hallazgo tiene importantes implicaciones en medicina regenerativa y tratamiento del cáncer. El trabajo se publica en el último número de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
FUENTE CSIC 13/07/2010

La Sirtuina 1, relacionada con la longevidad, tiene como función regular a otras proteínas mediante pequeños cambios en su composición química. A partir de cultivos de células tanto humanas como animales, el estudio ha puesto de manifiesto cómo, durante el proceso de diferenciación de células madre pluripotentes en células progenitoras neurales se produce una cascada bioquímica (en la que a su vez están implicadas otras proteínas como HuR y CARM1). Esta cascada regula de forma muy precisa la Sirtuina 1, que a su vez tiene un efecto directo sobre los genes implicados en la diferenciación neural.
La Sirtuina 1 se expresa en células pluripotentes (en verde)/ CSIC

De hecho, tal y como otros estudios ya habían puesto de manifiesto, si esa proteína se elimina de forma artificial en ratones, éstos presentan problemas de desarrollo de órganos neuroectodérmicos, como la retina, llegando a desarrollar ceguera. "Dado que la Sirtuina 1 puede ser regulada mediante fármacos que inhiban o activen su función, el descubrimiento ofrece nuevas posibilidades de control artificial de la diferenciación celular, un objetivo primordial en medicina regenerativa, especialmente en la relacionada con la neurología", explica Mario Fraga, investigador del CSIC en el Centro Nacional de Biotecnología y director del estudio.Trabajos anteriores del mismo investigador habían demostrado que la Sirtuina 1 se encuentra alterada en algunos tipos de tumores, lo que influye en su progresión. El nuevo papel de la proteína corrobora la hipótesis de las células madre como origen de algunos tipos de tumores, lo que abre nuevas perspectivas a la hora de abordarlos. El hallazgo también es relevante en el estudio del envejecimiento: "El hecho de que una proteína implicada en la longevidad tenga un papel importante en el control de la diferenciación de células pluripotentes apoya la hipótesis de que el envejecimiento puede depender, al menos en parte, del decaimiento de la función de las células madre adultas, lo que abre nuevas perspectivas para abordar la pérdida de capacidad regenerativa", concluye Fraga. En el estudio también han participado investigadores del Hospital Universitario Central de Asturias, la Universidad de Sheffield, en Reino Unido, el Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa, el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge.